Siempre me he preguntado por qué algunas personas dedican su vida a la enseñanza. Ciertamente es una labor dura, a menudo ingrata y agridulce, de responsabilidad inabarcable... Requiere entrega y vocación, pero también una gran capacidad de percepción para asimilar lo que ocurre alrededor y no dejar a la intuición el peso único de la actitud. Querer y saber enseñar. Comunicación, humildad, servicio, sí, y experiencia, formación, conocimiento...
Cuando realizo cursos de formación de profesorado siempre hago esta pregunta: "Seguro que todos ustedes podrían responder a la pregunta de quien les enseñó a tocar el piano. Pero quién podría responder a la pregunta de quién les enseñó a enseñar? Seguramente muy pocos... y en caso afirmativo, ¿a enseñar a quien, para qué, a enseñar qué y cómo hacerlo...?" ¿A quién enseñamos?¿Qué nos revela el perfil psicológico del alumno, sus inquietudes e ilusiones, sus condicionantes físicos o ambientales...? Y después... ¿le enseñamos para conocer la música, para convertirlo en un profesional de la interpretación, en un aficionado? No es tan fácil, verdad? En cualquiera de los casos, ¿qué debe aprender para alcanzar uno u otro objetivo y cómo se lo enseñaremos...? No todo el mundo puede o quiere ser "solista" y no porque la situación del mercado actual así lo condicione, sino porque la propia conformación psicológica y fisiológica del individuo así lo dictan. Y esa constitución del alumno debe ser la medida de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje: la metodología es sólo un instrumento que debe adecuarse para dar sentido y efectividad al hecho de saber a quien enseñemos, para qué le formamos, qué le enseñamos y cómo lo hacemos.
Estos cuatro aspectos son de vital importancia y van unidos al de por qué enseño y cuál es mi labor como pedagogo. Preguntas similares se hacía ya en la década de los sesenta el gran musicólogo y pedagogo G. M. Kogan y aunque han cambiado las circunstancias y las prioridades sociales, no lo han el hecho el valor de estos planteamientos.
Un proceso de evaluación debería combinar estos cuatro puntos integrándolos con la evaluación del profesor, del alumno y del centro, así como del sistema educativo en general, como marco último que acoge todo el proceso. No obstante, evaluar a un alumno o a un futuro alumno es complicado. Se necesita tiempo y diversidad tanto para las actividades de evaluación como en las situaciones en las que estas se llevan acabo. Las pruebas de acceso a grado superior son un buen ejemplo de evaluación aproximada y, en algunos casos, inexacta. Personas con gran potencial quedan excluidos en favor de otros a quienes beneficiaron la casualidad o las circunstancias. Una prueba puntual de 20 minutos, más un análisis y un dictado no revelan completamente las cualidades y, sobre todo, el potencial de un estudiante de grado superior. Posiblemente, si observáramos otros procesos similares advertiríamos que cuanto más temprana es la edad más difícil se presenta la evaluación y por tanto, más complejo resulta estructurar un proceso de selección como el que acontece en unas pruebas de acceso. Enfocarlo en forma de concurso (es decir, como se hace ahora) focaliza la atención en lo que el candidato es capaz de (de)mostrar en un momento preciso y prioriza fiabilidad ante aptitudes. No debemos confundir un concurso, pensado para detectar y favorecer valores interpretativos y desarrollos profesionales, con la prueba de acceso, que debe detectar valores académicos y favorecer desarrollos formativos.
Un buena solución quizás sería crear un curso inicial o preparatorio al que se accediera según la nota obtenida en el grado anterior. El alumno estaría un año "bajo observación" para comprobar su capacidad de aprendizaje, su motivación, su rendimiento... Y sólo al final de ese año podría plantearse unas pruebas de selección final en las que también se tendrían en cuenta los parámetros antes mencionados. Esto proporcionaría un sistema de evaluación más fiable y consecuente, más sensible con el individuo, con lo que significa para él la música, y menos con el sistema y sus burocráticos procedimientos siempre condicionados por ideologías políticas y presiones económicas.
Una vez más la reflexión nos espera atenta detrás de cada aspecto que nos planteemos mejorar. Y la labor de un pedagogo, por su trascendencia en el desarrollo personal del alumno y por su incidencia en la sociedad es obligado lugar para la reflexión.
Cuando realizo cursos de formación de profesorado siempre hago esta pregunta: "Seguro que todos ustedes podrían responder a la pregunta de quien les enseñó a tocar el piano. Pero quién podría responder a la pregunta de quién les enseñó a enseñar? Seguramente muy pocos... y en caso afirmativo, ¿a enseñar a quien, para qué, a enseñar qué y cómo hacerlo...?" ¿A quién enseñamos?¿Qué nos revela el perfil psicológico del alumno, sus inquietudes e ilusiones, sus condicionantes físicos o ambientales...? Y después... ¿le enseñamos para conocer la música, para convertirlo en un profesional de la interpretación, en un aficionado? No es tan fácil, verdad? En cualquiera de los casos, ¿qué debe aprender para alcanzar uno u otro objetivo y cómo se lo enseñaremos...? No todo el mundo puede o quiere ser "solista" y no porque la situación del mercado actual así lo condicione, sino porque la propia conformación psicológica y fisiológica del individuo así lo dictan. Y esa constitución del alumno debe ser la medida de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje: la metodología es sólo un instrumento que debe adecuarse para dar sentido y efectividad al hecho de saber a quien enseñemos, para qué le formamos, qué le enseñamos y cómo lo hacemos.
Estos cuatro aspectos son de vital importancia y van unidos al de por qué enseño y cuál es mi labor como pedagogo. Preguntas similares se hacía ya en la década de los sesenta el gran musicólogo y pedagogo G. M. Kogan y aunque han cambiado las circunstancias y las prioridades sociales, no lo han el hecho el valor de estos planteamientos.
Un proceso de evaluación debería combinar estos cuatro puntos integrándolos con la evaluación del profesor, del alumno y del centro, así como del sistema educativo en general, como marco último que acoge todo el proceso. No obstante, evaluar a un alumno o a un futuro alumno es complicado. Se necesita tiempo y diversidad tanto para las actividades de evaluación como en las situaciones en las que estas se llevan acabo. Las pruebas de acceso a grado superior son un buen ejemplo de evaluación aproximada y, en algunos casos, inexacta. Personas con gran potencial quedan excluidos en favor de otros a quienes beneficiaron la casualidad o las circunstancias. Una prueba puntual de 20 minutos, más un análisis y un dictado no revelan completamente las cualidades y, sobre todo, el potencial de un estudiante de grado superior. Posiblemente, si observáramos otros procesos similares advertiríamos que cuanto más temprana es la edad más difícil se presenta la evaluación y por tanto, más complejo resulta estructurar un proceso de selección como el que acontece en unas pruebas de acceso. Enfocarlo en forma de concurso (es decir, como se hace ahora) focaliza la atención en lo que el candidato es capaz de (de)mostrar en un momento preciso y prioriza fiabilidad ante aptitudes. No debemos confundir un concurso, pensado para detectar y favorecer valores interpretativos y desarrollos profesionales, con la prueba de acceso, que debe detectar valores académicos y favorecer desarrollos formativos.
Un buena solución quizás sería crear un curso inicial o preparatorio al que se accediera según la nota obtenida en el grado anterior. El alumno estaría un año "bajo observación" para comprobar su capacidad de aprendizaje, su motivación, su rendimiento... Y sólo al final de ese año podría plantearse unas pruebas de selección final en las que también se tendrían en cuenta los parámetros antes mencionados. Esto proporcionaría un sistema de evaluación más fiable y consecuente, más sensible con el individuo, con lo que significa para él la música, y menos con el sistema y sus burocráticos procedimientos siempre condicionados por ideologías políticas y presiones económicas.
Una vez más la reflexión nos espera atenta detrás de cada aspecto que nos planteemos mejorar. Y la labor de un pedagogo, por su trascendencia en el desarrollo personal del alumno y por su incidencia en la sociedad es obligado lugar para la reflexión.
He llegado hasta aquí, porque mi genial profesor de bases filosóficas me ha encargado (un trabajo en menos de una semana) que busque que papel desempeña un pedagogo en el ámbito escolar (NO UNIVERSITARIO).
ResponderEliminarQUE SUELE HACER, DONDE se trabaja, y COMO accede al trabajo. Es increíble que no venga esta información por ningún lado, desesperante diría. Del "que suele hacer" se me ocurre orientador, y del "como" solo por lógica se me ocurre una oposición, o por contrato directo en un colegio privado. Le agradecería encarecidamente su ayuda. Me pasaré por aquí mañana domingo, ya que el lunes lo entrego. Un saludo, y gracias.
Siento que hayas llegado "hasta aquí" por ese motivo y no por curiosidad personal o interés propio... ;-) pro bienvenida "hasta aquí".
ResponderEliminarNo sé si puedo serte de gran ayuda ya que la especificidad de las enseñanzas musicales (artísticas) se distancia en ciertos aspectos del resto de enseñanzas, especialmente en lo que tú llamas "ámbito escolar". Principalmente nosotros formamos a personas que quieren formarse, y eso crea una circunstancia muy especial que ni siquiera en la Universidad suele darse.
Las funciones son diferentes si el profesor es de grado elemental, profesional o superior (que no es universitario) y van desde la docencia, la coordinación de grupos, la orientación. Puede ser profesor de piano pero también acompañante de otros instrumentos, o ocuparse de la biblioteca o realizar tareas de orientación tutorial. En cuanto a cómo accede a su puesto, depende si el conservatorio o escuela de música es público o privado, de la administración o del municipio. La oposición puede ser por concurso público o por selección, en el ámbito privado. Pero básicamente un profesor de música y/o de instrumento tiene la función de enseñar a entender la vida a través de un lenguaje que no utiliza los signos y el significados a la manera convencional sino de forma semejante, tomando las emociones y los sentimientos como bas de todo el sistema linguïstico.
Puedes escribirme al correo electrónico si quieres que te dé más datos y bibliografía al respecto. Aquí, como respuesta a tan amplia pregunta, me resulta algo difícil precisar más. Buena suerte.
Buenas tardes Sr Rafael , es de grata satisfacción para mi leer su prosa , antes que nada me llamo Armando Díaz , soy de Toluca Estado de México y tengo 19 años de edad, yo estudio pedagogía actualmente , ya llevo dos años y créame que cuando entre a la universidad yo no sabia ni lo que era pedagogía , sabia que se relacionaba con la educación y tenia algo que ver con el hecho de "ser maestro" , pero no tenia ni idea de lo que era .Siendo mas explicito ,a mi me gusta mucho indagar y leer enfoques, perspectivas y opiniones de diferentes autores así como pedagogos y profesionales en materia de educación , para ir construyendo mi propio concepto de pedagogía y así mismo el día que me pregunten como suelen hacerlo muchas personas -¿Qué es pedagogía? Dar un concepto asequible tanto para ellos como para mi , pero creo que aun poseo una idea errónea, no de lo que es pedagogía ni la labor que desempeña el pedagogo , eso si lo tengo claro , mas bien el mi error radica a la hora de como explicar el termino Pedagogía ,no soy concreto ni explicito , al contrario cuando lo llego a hacer hablo bastante y creo que aveces confundo a las personas , quizá sea la emoción y el amor que le tengo a esta ciencia, porque permitame le digo la verdad amo esta nueva forma de ver y vivir la vida (creo que eso es una profesión , una forma de ver y vivir la vida)... esperaría que juntos armemos un concepto que me permita aplicar a mi vida diaria ... una disculpa quizá esto suene tonto para usted , pero creo que mas tonto es que yo siga con mi duda...
ResponderEliminarPor ultimo , desde hace mas o menos 700 días , a diario me he preguntado lo que usted en un principio aludió y motivo por el cual entre a su pagina y que ninguno de mis maestros ni yo mismo he podido dar una respuesta del: ¿Por qué si el educar es tan ingrato , tan injusto y el enseñar es tan complicado , a mi me apasiona y me gusta tanto y creo que nací para dedicar mi vida a la pedagogía y moriré haciéndolo?...
Sera el hecho como cita Paulo Freire , La educación no cambia al mundo , cambia a las personas que van a cambiar al mundo... , sera que tengo esas enormes y profundas ganas de cambiar o por lo menos ver diferente al mundo , hacer diferente el mundo de algunas personas ,ver mi mundo diferente...
Nada mas me complacería que usted contestara mi pregunta y me apoyara en lo que le pido, le agradezco su tiempo , Bonita Tarde!
Estimado Armando,
EliminarNo sé por qué razón tu mensaje quedó traspapelado y sólo ahora, años después, lo descubro por azar. Te pido disculpas.
Tampoco sé si mi respuesta tiene ya sentido, si habrás seguido tu vocación pedagógica o no. Espero que sea lo que sea lo hayas vivido como un acierto y, ante todo, te ayude a ser feliz.
Yo no soy nadie para hablar de pedagogía. Así que no sé si te puedo orientar. No soy más que alguien que humildemente intenta ayudar a los demás, principalmente, a través de la música. Pero mi torpeza no suele compensar mis buenas intenciones y cometo errores bastante a menudo. Hay una frase que me gusta siempre recordar en clase: "El inteligente aprende de sus errores, el sabio de los errores ajenos" El resto, vamos haciendo lo que buenamente podemos...
No creo que la pedagogía cambie nada ni a nadie. Sería demasiado fácil. Y demasiado peligroso. El mundo cambia por otras causas, que yo alcanzo a intuir pero que, afortunadamente, desconozco. Quizás, es posible que la pedagogía contribuya a "desembalar" lo oculto que lleva ese paquete que todos llevamos dentro, a despejar el camino que a veces no vemos y otras, muchas más, no queremos ver. Pero el mérito, por decirlo así, es siempre de los alumnos, del ser humano, capaz de aprender a pesar de nuestras enseñanzas.
Te deseo mucha suerte Armando. Y te animo a que persigas tu sueño y leas y preguntes y encuentres tiempo para pensar y reflexionar y para no pensar también alguna vez y dejarte atrapar por la gravedad de lo que amas. Si lo consigues y eso te hace feliz, siempre tendrás aquí un amigo para celebrarlo! Un saludo.